Desde el 2010, y luego de su fugaz paso por la Antártida el año pasado, Metallica se debía una nueva gira sudamericana. Pero ésta vez el concepto fue completamente diferente.
Al tour lo bautizaron “By Request” (a pedido) y le pasaron el mando a sus fanáticos. Aprovechando la interactividad de las redes sociales y la eliminación de fronteras que brinda Internet, los Metallica le pidieron a sus fans que voten la lista de temas que tocarían en cada uno de los conciertos.
Los metaleros de todo el cono sur se prendieron al instante, se tomaron en serio la responsabilidad y ejercieron la democracia para diseñar el recital perfecto, hecho a su medida. Por eso, antes de ir al Estadio Único de La Plata a someterse al volumen del trash metal de la banda, los fans sabían qué canciones iban a escuchar, y eso ya los ponía contentos.
Pero lo que pocos conocían era que, una vez dentro del estadio, Metallica iba a doblar la apuesta ofreciendo a sus fanáticos que elijan una última canción para integrar a la lista final, por SMS. Había tres opciones (Blackened, Whatever I May Roam y Orion) y los resultados se podían ir viendo por las pantallas gigantes que yacían a los costados del escenario. Por más de 1500 votos, la ganadora indiscultible fue Orion y el público deliró al enterarse.
Hetfield, Ulrich, Hammet y Trujillo, aparecieron en el escenario pasadas las 21:30, luego de que un video explicara el concepto de la gira y la relación de los músicos con sus fans a través de Internet, y una escena de “El bueno, el malo y el feo” de Morricone, generera el contexto propicio para el show.
Pero los encargados de abrir la noche fueron los argentinos de Cirse, que son oriundos de Adrogué y están liderados por una joven de cabellera violeta y voz rockera. El público, a pesar de que la propuesta de la banda no tenía la furia del plato fuerte, acompañaron con aplausos y un tímido pogo. Luciana Segovia, su cantante, no paró de agradecerles el respeto.
Otro sueño hecho realidad de la noche fue el de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura (Paraguay), que salió a tocar antes que Metallica con sus violines y violonchelos de lata, sus saxos hechos de viejas cañerías y sus guitarras eléctricas hechas con tablas. Esos son algunos de los objetos que la Orquesta recicló de la basura para convertir en instrumentos y, sin tocar heavy metal ni mucho menos (lo suyo es la música clásica), se ganaron la convocatoria de Metallica para abrir cada uno de sus shows sudamericanos. El final del concierto, que fue ovacionado de punta a punta, fue una versión barroca del clásico Nothing Else Matters. “Para que lo canten todos ustedes”, dijo el director haciendo cuernitos con su mano. “¡Aguante Metallica!”, gritó.
Cuando llegaron las 21:30, la hora oficial para que Metallica pise el escenario, en el Estadio Único de La Plata no entraba una sola persona más. Más de 50 mil completaban las plateas y, desde las alturas, hacían que el campo se viera como un mar de humanos sedientos de metal. Finalmente se apagaron las luces y se pudieron ver las siluetas de los “cuatro jinetes” que, sin mediar palabras, rompieron el hielo con Battery, a un volúmen inimaginable. Para colmo, a esa le siguió Master of Puppets y desde el pogo los fanáticos demostraron que estaban complacidos por ese comienzo arrollador.
Lo del público como principal protagonista iba en serio. Detrás de bambalinas había un grupo de fans que se habían ganado la posibilidad de ver el show desde ese lugar de privilegio. Hetfield, Hammet, y sobretodo Trujillo (el bajista que comenzó como fan y terminó siendo parte de sus ídolos), se acercaron toda la noche a tocar a su lado y hacerlos parte del concierto. Lo que generaba la ilusión de un punto medio entre un recital de estadio y uno íntimo. Incluso dos de los fanáticos tuvieron la oportunidad de ponerse al lado de Hetfield para presentar dos canciones (Sad But True y Creeping Death) al micrófono, y más tarde, de invadir el escenario para colaborar con los coros.
Los momentos más altos de la noche vinieron de la mano de los clásicos Fuel, Enter Sandman y Whiskey in the Jar, una canción que el propio Hetfield agradeció a los fans que hayan votado. Metallica lleva 33 años de trayectoria y lo demostró en el escenario. Sus fanáticos le pidieron mucho trash y el doble bombo de Ulrich, ese hombre pequeño que al lado de Hetfield o Trujillo parece un niño, no paró de sonar en toda la noche. Estuvieron veloces (Master of Puppets, Seek and Destroy) afinados (Unforgiven, Nothing Else Matters), precisos (Hammet tuvo un show increíble dede la guitarra) y así comprobaron que nacieron para esto. Señoras y señores: por suerte hay Metallica para rato.
Ver el original aquí :
Metallica cumplió el sueño de sus fans
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